martes, 8 de noviembre de 2011

Shakespeare desde 1594 nos ofrece el material para trabajar aquí ahora en Uruguay, en Montevideo 2011, insertos en un mundo que es un gran mercado, una cárcel devenida en shopping, entre otras cosas del lenguaje, que estigmatiza y se reserva el derecho de admisión y nos obliga a descubrirnos la cabeza y guardar nuestra gorrita de visera, coercionados por un perfumado patovica de saco y corbata.

Inquietante. ¿Cómo caminar junto al bardo isabelino en este camino y hacer otro tipo de bardo, en estos tiempos groseros, de descontento, de armas y de guirnaldas colgando de nuestro cuerpo y de nuestros bicentenarios monumentos?

Tiempos de traviesos deportes, placeres y entretenimientos frívolos, deformados por la High- Definition, rostros en los que se dibuja el engaño, la culpa, la eterna interrogante y la duda que de todas maneras, en este coloso collage, en esta fiesta de música sensual, sandwiches calientes, neo-caudillos, mega-operativos, metrosexuales murguistas, ceibalitas, portones a control remoto y enanas en patines y minifalda, nos asalta y endurece el rostro, nos arruga la frente:

 ¿Cuál es el contenido? ¿Cómo deberíamos ser?
 
No lo sé. De lo que sí estoy convencido, la verdad de esta milanesa, es que hay que tomar una actitud combativa para que no rueden nuestras cabezas tribuna abajo. Adelante.
Siete directores, siete actrices, la escena y una única actitud, a la que debemos aferrarnos para montar nuestro caballo en esta batalla que siempre tiene el sabor a que será la última:


ACTITUD RICARDO.



Pablo Rueda.

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