Taller de Teatro Barrial.
Centro Cultural Terminal Goes.
Agosto-Diciembre de 2012.
En escena: Marisa, Gabriela y Ricardo.
Fotografías: Fabián Centurión.
Tallerista: Pablo Rueda.
En el taller de Teatro Barrial trabajamos el teatro y la actuación
como un lugar de pura experiencia y juego.
Sirviéndonos de nuestro propio impulso creador, de la acción
personal, esa que surge de hurgar en el barrio y en el barro.
En ello
radica el concepto de lo barrial. Barrio y barro en una sola
amalgama.
El solo hecho de decidir acercarse a un taller de teatro
habla de uno. De un deseo, aunque lleguemos tarde, nos quedamos
conversando después de hora. Bien. Mal. No son variables que
manejemos. Lo importante es que tengamos algo para decir.
Actuar es voluntad, decisión e invención al mismo tiempo, debemos
inventarnos como actores y sobre aquello que tenemos autoridad: la
vida y cierta mitología personal que de seguro poseemos.
Debemos pasar por la experiencia, trepados sobre nuestra
inexperiencia, experimentando incluso la incertidumbre, el vacío y
el pánico de estar en escena.
Imposible resolver algo fuera de ésta.
Imposible saber sin transitarla.
En el taller nos hemos convencido que la naturaleza del hombre es
artística, que el ser humano hace ficción de todo, todo el tiempo.
Es por esto que, en paralelo con ejercicios que fomentan la
desinhibición y la presencia escénica, trabajamos sobre la
invención de seres, gente, apelando a los otros posibles para el
cuerpo de uno.
Tomando conciencia visual de nuestro accionar en escena y de lo que esto y nuestro propio cuerpo transmite con el solo hecho de estar presente, aquí y ahora.
Tomar conciencia de ese desear estar acá y que estén ahí, mirándome.
Pensamos en movimiento, lo productivo es nómada y no sedentario.
Tratando de provocar situaciones conflictivas pero livianos de
intelectualidad o psicología.
Coqueteamos con Ionesco, tomamos el té con Chejov, saineteamos con
Florencio, pero creemos más en nuestras propias invenciones, esas
que toman significación a partir del propio cuerpo, de lo que éste
convoca o niega en su recorrido.
La anécdota es secundaria.
Improvisamos con los ingredientes que tenemos: despeinadas pelucas,
recuerdos, canciones de Sandro o de Leonardo Favio, penas taurinas
que se ahogan en alcohol, viejas fotos, celulares que no dejan de
sonar, “El Padrino”, ladrillos, ventanas que nos convierten en
indiscretos mirones.
General Flores es el mundo.
Aunque ese mundo está plagado de tentadoras ofertas, liquidaciones,
descuentos y boletos de una hora, no existen muchos espacios ciertos
en donde podamos decidir en verdad alguna cosa.
El Taller de Teatro
Barrial intenta ser un espacio en donde, de algún modo, la decisión
madure.
Pablo Rueda.
Barriendo el barrio, va riendo. Rueda.
ResponderEliminarEste año hubo poco tiempo de encuentro, quiero corregir para compartir espacio y acción poética.
Construiré una memoria del futuro con eso. Un abrazo. Gabriel
Genial Gabriel! Muchas gracias! Adelante! Abrazo!
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